Cantos de aves,
y el murmullo del río
en su regocijo.
Rayos del sol español,
se restriegan sobre mi piel,
sin pudor.
Deambulo entre las rocas,
me deshago de mi disfraz urbano
y recupero mi vulnerable desnudez.
Al bañarme, la frescura
provoca en mí un placer insoportable.
Salgo del agua temblando
palpando las rocas secas y calientes.
Oculto mi pecho,
con mis largos cabellos,
Por si alguien apareciese,
y se excitara o avergonzara.
¡Qué gran satisfacción
volver a danzar en aguas cristalinas!
Olvidando los matices culturales
dados a la desnudez.
La naturaleza no juzga mis pecados,
¡podría vivir de sus aguas y plantas!
Me recuerda lo único que debería importarme:
mi espíritu de supervivencia
y la inevitable mortalidad.
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